8 de marzo... ¡y todos los días!

      OPINIÓN

     Hoy es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora; hoy es un día triste. Hoy es el día en que debemos seguir denunciando que persisten numerosas desigualdades y discriminaciones laborales contra la mujer por el hecho... de ser mujer. Lo peor del caso es que el capitalismo que
nos gobierna, únicamente atento siempre al beneficio, muestra aquí unos insólitos prejuicios de género, que más bien son degenerados. Sólo así se explican, por ejemplo, los diferentes sueldos por igual trabajo.

     Es duro luchar contra una tradición de siglos, pero los avances de las últimas decadas deben servirnos de guía. Hay que valorar lo conseguido (y agradecer el esfuerzo a sus artífices), pero continuar luchando como el primer día, porque queda mucho por hacer. Tal vez sea el momento de acelerar el tempo, de pensar en la igualdad a lo grande: tal vez sea el momento de hablar de personas. No debería tildarse a las mujeres de colectivo: quienes son más de la mitad de los habitantes del planeta no pueden ser consideradas como colectivo: son la sociedad misma, juntamente (pero también, indivisiblemente) con el resto de personas que la componen. Flaco favor es estrechar el marco. La igualdad no es cambiar una ley para que una mujer de sangre azul pueda heredar la corona de papá; la igualdad es cambiar la ley para que cualquier persona, no importa el sexo o los hematocritos, pueda ostentar la Jefatura del Estado.


     Ciertamente, qué buen mundo sería uno en el que no fuera necesario señalar en el calendario el día de la mujer trabajadora, porque eso significaría no que todos los días lo son (eso ya ocurre en realidad ahora), sino que no hay diferencias ni discriminaciones, al menos por causa de la matrícula del cromosoma, entre ninguna de las personas que trabajan. Conseguirlo es tarea de todos.