RELATO
Los ojos: a los golosos les gustan con forma de almendra; los matemáticos los prefieren triangulares; los púdicos optan por las formas romboidales. Colores: los que han estado enamorados de la mujer que aman antes de conocerla, suelen dar con unos ojos verdes; los pesimistas encuentran el negro y los tonos oscuros; los alegres suelen verse recompensados con el azul; los daltónicos prefieren el rosa...
La boca, y ese universo formado por los labios y el mentón, plantean variedades infinitas. A los románticos les gustan los labios dulces con forma de corazón; a los que no son tan románticos les gustan más con forma de... bueno, dejémoslo.
El pelo negro gusta a los soñadores, a los exploradores y a los ciclistas. Las rubias triunfan en el cine y en las peluquerías. Las castañas obtienen más éxitos sobre el nivel del mar que en las alturas, donde arrasan las pelirrojas.
En fin, como se ve, todas las variedades son admitidas; todas las combinaciones, posibles. En realidad, poco importa la forma, salvo en un elemento: el corazón. En este sí son vitales las proporciones: ha de estar hecho a medida (de la persona que ama).
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Fuente: ITE. |
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