OPINIÓN
Los asturianos somos así de chulos. Si Asturies ye España y lo demás tierra conquistá, los políticos asturianos son lamentables y los españoles meros aprendices de estos (vale; algunos, como los valencianos, alumnos aventajados).
Pues sí, resulta que los jovellanistas de nuevo cuño, esos modelos de buenas palabras y mejores maneras, han sido incapaces –su responsabilidad, como partido gobernante, era mayor- de alcanzar un acuerdo para sacar adelante los Presupuestos Generales del Principado. Aún más, han sido incapaces de alcanzar acuerdo alguno. Puro jovellanismo, vamos: o se hace lo que yo digo (aunque esté en minoría, recordémoslo: 16 diputados de FAC, por 29 de asturianos a los que NO les FACe gracia votar a Cascos), o aquí hay un complot judeomasónico contra la causa de la verdadera Asturias (¿dónde habré oído yo esto antes? Calla, calla, Garzón; no contestes).
Tiene gracia (en el fondo, son unos cachondos) que el casquivano Presidente del Principado se enarbole ahora en la bandera de “a mí no me interesan los cargos, sino el bienestar de los asturianos”, cuando ha estado ¡¡¡6 meses!!! sin hacer absolutamente nada por Asturias (ni siquiera echar a Cienfuegos), por un mero interés partidista: no quitarse la careta antes de tiempo, es decir, antes de las elecciones generales, con la esperanza de sacar un gran resultado, que luego no fue tal.
Lo más lamentable del asunto es que al otro lado del naufragio las expectativas no son mucho mejores. Javier Fernández, el líder (es un decir) del PSOE, fue incapaz de –o no se atrevió a- presentarse como candidato en la sesión de investidura a Presidente del Principado, a pesar de haber sido el político más votado por los electores. ¿Para qué se presenta entonces? Sin olvidar los múltiples lastres del partido, como el que afirmó, todo gallito, tras votar para aupar a un diputado del PP a la Presidencia de la Junta , que lo hacía por evitar un mal mayor (?), y olvidándose (¡ay!) de que podía haber votado a Izquierda Unida, o incluso –llámenme radical- presentar candidato y esperar que le votara Izquierda Unida o, al menos, perder conservando algo de dignidad ideológica (que sí, que estoy de coña; me han pillado).
En cuanto al Partido Popular, sus resultados y su candidata hablan por sí solos, así que, ¿para qué insistir? De Izquierda Unida, y ya puestos a rajar, no habla nada bien el hecho de haber obtenido solo cuatro escaños, a pesar de la derechización del PSOE (cuenta la leyenda que el PSOE se fue tan a la izquierda que apareció, como el comecocos, por el otro lado).
Resulta extraño, por lo demás, que el cascarrabias Presidente del Principado no haya entendido lo que tan bien nos llevan explicando durante años el resto de comediantes: que lo que los mercados (¡alabados seáis, oh dioses!) necesitan para recuperar la confianza es estabilidad, tranquilidad, y recortes. Todo parece indicar que la nueva convocatoria de elecciones y el subsiguiente proceso nos llevará a enlazar, entre unas cosas y otras, un año entero de desgobierno, ¡y así no hay quien recorte en paz!
Se oyen voces críticas en el Principado acusando a la derecha asturiana de haber sido incapaz de llegar a acuerdos para gobernar. Efectivamente: FORO, PP y PSOE no han estado a la altura de las circunstancias. A pesar de estar de acuerdo en lo esencial (recorta cuanto puedas, no hay alternativa, es lo único que se puede hacer, más se perdió en Cuba, etcétera), sus intereses personales, sus vedetismos y sus vendettas han podido más que la mínima dignidad de, al menos, aparentar que los ciudadanos asturianos son lo más importante del asunto. Para ellos, no. Dueños de su scattergories, están dispuestos a abandonar la partida si no admitimos las palabras que nos quieren imponer. Con todo, parece improbable, a estas alturas, aceptar Cascos como sinónimo de Jovellanos.
Lo más triste de todo es que al final van a tener razón aquellos que echan la culpa de la crisis a los ciudadanos de a pie, por vivir por encima de sus posibilidades. Así, desde luego, nos ha pasado en Asturias: nos hemos creído que votábamos a unos políticos (de cualquier signo) serios y responsables, para que nos resolvieran los problemas, y no han hecho sino crear más.
Los asturianos somos así de chulos.